Breve Historia de mi SombraBreve Historia de mi sombra Cuando aprendí fotografía de estudio, me enseñaron a eliminar las sombras del sujeto, porque se consideraba que si las sombras de la persona se repetían en algún lugar de la imagen, era un error. La sombras como lo que se tiene que ocultar. Este espacio me ha dado tiempo de pensar en las sombras, en su cuerpo y su volumen, he tenido que desaprender el ocultar y volver a mirar. Plinio el Viejo creó el mito del nacimiento de la pintura a partir de la sombra de un amante dibujada en la pared1. La pintura nace del amor y del deseo, de la sombra como el rastro de algo deseado e intocable, pero visible. Es reconocer este cuerpo paralelo que carga con una historia, ignorada, a veces alterada o distorsionada. En mi cabeza ocurre una conversación paralela. Trato de leer y mi pensamiento se va a otro lado, mientras hago algo, estoy pensando en la acción que sigue. El reto es permanecer en un lugar, el poder del ahora, leí el libro durante el encierro. Enfócate en tu cuerpo. No se como callar mi mente. ¿Nuestra sombra puede curarnos? 3. Tomaba fotos de estudio solamente cuando era requerido para comisiones, no me gusta tanto el artificio. Vende tus fotos. Ahora me hice una especie de estudio en la casa colgando telas de varios colores con gafer como gesto desesperado por hacer algo, pues sin un espacio donde retratar, mis sombras me consumen. Todo el tiempo está mi hija aquí, la veo crecer, vivo cada centímetro que crece, cada cambio facial, cada estado de ánimo; yo estoy en el espejo y miro cada arruga, vivo cada abuso de la gravedad. En el mundo anterior nos habíamos conocido y dado a conocer como espectros sin sombra, tal vez por eso en las redes somos figuras vacías, sin vidas complejas, pero llenas de triunfos. Nos compartimos sonriendo, sin fracasos, flotamos. Influyentes sin mucho que decir influyen a otros; no existe la gravedad, tampoco nada es grave. Nos dejamos manejar por esta falta de contenido, por otras vidas medio contadas que sin duda son mejores que la nuestra. Hago retrato y fotografía documental, a través de los cuales trato de negociar con la realidad. Imagino esa realidad como el trazo de una línea diagonal que va desde tomar un café con alguien que me hace reír, hasta los brotes de ficción que nacen de la vida misma. ¿A qué te dedicas? Nuestra percepción retada, estamos obligados a revisar nuestras estructuras, nuestras formas de pensar que antes eran lo único posible. Hagamos las cosas de forma diferente. Seamos queer. Philippe Halsman y Erwin Blumenfeld fueron dos fotógrafos de retrato y moda en Estados Unidos, ambos con un trabajo que retaba la realidad, ambos migrantes judíos, vivieron de cerca la segunda guerra mundial. Pudieron utilizar las atrocidades que vivieron para crear en su fotografía un mundo alterno, que por suerte les trajo fama. A nosotros no nos había pasado nada, nunca. Transformarnos. ¿Nuestras sombras nos definen? Esta experiencia va entrelazada con un acercamiento feroz a las personas con las que vivo. Sobre- acercamiento, intenso acercamiento, nos miramos con aumento y conseguimos salir mas o menos balanceados, mas o menos reconocidos. Había muchas cosas que no nos habíamos dicho. Les pido que me ayuden a tomarme fotos. Con tiempo disponible, el tiempo cosa loca, hice el ejercicio de visitar mi archivo; fotos de hace veinte y treinta años, toda una historia paralela conservada como en una cápsula para el futuro. ¿De que forma nos definen nuestras sombras? Como viajando en el tiempo, cada año que visito me hace recordar emociones con demasiada nitidez que el archivo resguarda como en una burbuja, sosteniendo un pasado que no siempre me sonríe. En la vida me ha tocado conocer la sensación de no tener sombra. He estado sentada en mesas, en conversaciones con personas y he sentido que no tengo nada que decir, nada que agregar a nadie le interesa. Mi cuerpo parece mas un espectro que una mente con contenido. No tengo cuerpo ni tengo presencia, floto como fantasma. Mis palabras se desvanecían por falta de autoestima. La crisis de la media vida me mira de frente, aunque 50 años son más de la mitad de mi vida. Busco reconocerme en el espejo y lo único que veo es a alguien que ha vivido demasiadas cosas para recordar, recorrido tanto que ya no hay forma de ignorar la carga. Mi hija se lava la cara en mi baño, y siento algo de vergüenza al ver mi cuerpo apenas sostenido por dietas y ejercicio. El tiempo me ha dado peso. Los años me han regalado mi sombra. Como gemela he visto que la identidad puede ser fluida. Se mueve como en coreografía que sorprende, las máscaras aparecen según quien esté ante nosotros. También en el archivo reconozco a las distintas personas que fui detrás de la cámara. La gemela buena, la divertida, la traicionera, la loca, la intensa, la infiel. ¿Es la edad lo que nos lleva a olvidar el nombre de algunos amantes? Por suerte he aprendido a no temerle al fracaso. He vivido la celebridad ajena como una especie de poder raro, no tengo nada, pero tengo esto -como tal vez diría Jack o Judith Halberstam: Vivir en la sombra del éxito de otros, nos permite explorar en silencio las posibilidades creativas del fracaso. Y este si es un buen momento para tocar el tema del fracaso. Perfección y error se balancean en una vida abierta a lo posible, a una existencia en constante devenir. Todos esos yo, no son espectros sino son vidas, muchas vidas en una, cargadas de sombras y llenas de cuerpos ajenos. Todo en un solo cuerpo. 1 1 STOICHITA, Victor I., Breve Historia de la Sombra, Traducido por Anna María Cordech, Ediciones Siruela, 1999 3 STOICHITA, Victor I., Breve Historia de la Sombra p. 58 4 HALBERSTAM, Jack/Judith, The Queer Art of Failure, Duke University Press, 2011 |
Notas desde la línea
La tierra donde nacemos por siempre nos habita.
Se mueve con nosotros en todas las búsquedas, rutas y transgresiones que llevemos a cabo en busca de raíces.Mi tierra es árida, donde el mar ayuda enfriando las noches.
Ahí se habla con un acento cantado que abre puertas a conversaciones sin peso, sencillas, que se mueven como pájaros bailando en pareja.
Esta frontera ha marcado desde mi cuerpo hasta mi espíritu.
El movimiento es natural, si llevas una vida mirada sin juicios, como nos lo enseñó mi madre.
Aprendimos a ser fronterizos, con movimientos fluidos entre culturas, idiomas y líneas.
Para nosotros las fronteras no existen.
Son palabras políticas que no aplican cuando puedes darte el lujo de no mirarlas.
En ellas vivimos como ciudadanos removidos, ya no cruzamos fronteras, por que no temblamos, ni tartamudeamos, ni dudamos.
La identidad se transforma con nuestro movimiento, se acostumbra a vivir en un estado de constante devenir, y a nuestro paso van quedando recordatorios, silenciosos e invisibles.
La vulnerabilidad de la materia es parte del paisaje.
El tiempo detenido deja imágenes de ayeres inexistentes y reflexiones aspiracionales que traen elementos de culturas varias, de ideologías lejanas.
Un espacio abierto para construir una identidad propia, de yeso, de oxido o de mármol.
Entendernos vulnerables es también entendernos creativos y en movimiento.
Nuestra vulnerabilidad es el recuerdo constante de lo inevitable; para sobrevivir en él tenemos que mirar a todo lo que somos, sentimos y nos rodea, como posibilidad.
-Yvonne Venegas
ago-projects.com/photographer/yvonne-venegas
La tierra donde nacemos por siempre nos habita.
Se mueve con nosotros en todas las búsquedas, rutas y transgresiones que llevemos a cabo en busca de raíces.Mi tierra es árida, donde el mar ayuda enfriando las noches.
Ahí se habla con un acento cantado que abre puertas a conversaciones sin peso, sencillas, que se mueven como pájaros bailando en pareja.
Esta frontera ha marcado desde mi cuerpo hasta mi espíritu.
El movimiento es natural, si llevas una vida mirada sin juicios, como nos lo enseñó mi madre.
Aprendimos a ser fronterizos, con movimientos fluidos entre culturas, idiomas y líneas.
Para nosotros las fronteras no existen.
Son palabras políticas que no aplican cuando puedes darte el lujo de no mirarlas.
En ellas vivimos como ciudadanos removidos, ya no cruzamos fronteras, por que no temblamos, ni tartamudeamos, ni dudamos.
La identidad se transforma con nuestro movimiento, se acostumbra a vivir en un estado de constante devenir, y a nuestro paso van quedando recordatorios, silenciosos e invisibles.
La vulnerabilidad de la materia es parte del paisaje.
El tiempo detenido deja imágenes de ayeres inexistentes y reflexiones aspiracionales que traen elementos de culturas varias, de ideologías lejanas.
Un espacio abierto para construir una identidad propia, de yeso, de oxido o de mármol.
Entendernos vulnerables es también entendernos creativos y en movimiento.
Nuestra vulnerabilidad es el recuerdo constante de lo inevitable; para sobrevivir en él tenemos que mirar a todo lo que somos, sentimos y nos rodea, como posibilidad.
-Yvonne Venegas
ago-projects.com/photographer/yvonne-venegas